miércoles, 29 de junio de 2016

PARCIAL DOMICILIARIO



Daniela Edburg, “Death by Sweetener” (2001)
 

DENOTACIÓN
Una joven, vestida con un chaleco rosa y una peluca haciendo juego,  yace tirada sobre un gran espejo. Sobre este espejo y frente a si, gran cantidad de una sustancia blanca dispuesta en forma de pequeñas líneas. Tanto la posición del cuerpo de la joven, como la sangre manando de su nariz y el billete enrollado sobre su mano indican que ha efectivamente muerto a causa de una sobredosis de droga. Alrededor de esto y diseminados por toda la habitación, sobrecitos de una popular marca de edulcorante. Junto a la joven, distintos artículos femeninos. Detrás de ella una cama deshecha y más objetos desperdigados. También una serie de fotografías llamativas dispuestas entre los objetos alrededor de la joven.


CONNOTACIÓN
POSE. La joven yace en el suelo, apoyada parcialmente sobre la superficie del espejo. Su cuerpo está sumido en un estado relajado, salvo el brazo tensionado sobre el espejo y la mano entreabierta, que ha soltado el billete enrollado. Éste detalle, sumado a la boca ligeramente abierta y la mirada perdida, sugieren un estado de inconsciencia o incluso la muerte.

OBJETOS. El desorden predomina en el espacio. La mayoría de los objetos están asociados con el mundo femenino y además infantil, todos en tonos de rosa: las gafas de sol, el peluche, el bolso de Hello Kitty, las pantuflas de conejo, la bandeja con collares en el fondo. La vestimenta de la joven también sigue ésta línea, luce un chaleco de peluche rosa y una llamativa peluca de un rosa chillón. Viste un pantalón corto color gris y una remera blanca por debajo del chaleco, reforzando la idea de que el chaleco y la peluca son meros accesorios del juego y de que se trata de una niña disfrazada en su dormitorio.
Por otro lado, frente a ella las líneas blancas que parecen ser de cocaína, pero que la presencia excesiva de sobrecitos del edulcorante “Canderel” revelan como sustancia elegida y no la droga fatal. Junto a los sobres hay una serie de fotografías que capturan algodón de azúcar en distintos lugares y posiciones, asociando una vez más el azúcar con el mundo de lo prohibido.          

FOTOGENIA. La fotografía presenta una iluminación blanda y una temperatura fría, que construye un escenario uniforme, de escasas sombras. Se crea una atmósfera frívola y delicada que choca directamente con la violencia de la situación de la sobredosis y muerte.

ESTETICISMO. El estilo de la fotógrafa remite bastante al surrealismo pop propio de fotógrafos como LaChapelle. Hay un claro juego de contraste entre el planteo del espacio-personaje y la situación. El uso de los colores pastel por excelencia –el rosa y el celeste–, asociados con la infancia y la inocencia, para contraponerlo con el uso de drogas y la muerte por sobredosis, algo completamente ajeno a la niñez. Este contraste de color está replicado en las fotos del algodón de azúcar.

SINTAXIS. La fotografía es altamente alotópica. No sólo nos encontramos con elementos de índole excesivamente infantil para una joven que ya ha abandonado esa etapa, sino que estos se nos presentan en el contexto de una muerte por sobredosis. Existe un giro más si tenemos en cuenta que la sustancia se trata en realidad de edulcorante pero está dispuesta como lo es habitualmente la cocaína.


RETÓRICA
El principal recurso retórico presente en la imagen es la METÁFORA. Así, se establece una relación entre la cocaína y el azúcar o los endulzantes artificiales, no solo por su apariencia similar sino por la adicción (en distinto grado, por supuesto) que suponen ambas sustancias. La metáfora se continúa con las fotografías del algodón de azúcar, como si se tratara de imágenes de algo tabú como se supone el consumo de drogas.  
La HIPÉRBOLE también está presente en los objetos del espacio, tanto en las líneas de “cocaína” como en la enorme cantidad de sobres de edulcorante desperdigados por el espacio.